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LA ACCIÓN PERSISTENTE / Gabriela Muzzio

30/05/2018 al 14/07/2018 

Las cosas afectadas

¿Será lo suficientemente simple preguntarse cuándo comienza una obra? ¿Comenzará cuando se presenta ante nosotros con el brillo de lo recién estrenado o tal vez mucho antes, en ese terreno difuso de las tareas preliminares?

En el caso de las producciones de Gabi Muzzio podemos incluso ir un poco más allá y decir que la obra misma es esa concatenación de pasos que se anticipan, ese conjunto de acciones mínimas, aparentemente naturalizadas, que finalmente se dejan entrever bajo la forma de lo que se exhibe.

Desarmar las acciones en gestos precisos requiere un gran trabajo. Hay que preguntarle a las acciones.

El universo Muzzio es un gran archivo, cajas grandes, cajas más pequeñas, sobres adentro de sobres, carpetas, fundas y bolsas, muchas bolsitas. Ella es una gran recolectora, aunque muy selectiva. Yuyos, hojas, papeles, ramas, cortezas, telas, fotos, semillas, raíces, cada uno ocupa el reservorio que le es asignado.

El fin último de la recolección no queda claro. Las cosas seleccionadas ocupan sus sobres durante años con un destino incierto.

Qué tendencia la nuestra de mirar siempre hacia adelante!, de buscar el famoso resultado, la concreción última, la razón final y su sentido.

El trayecto que recorre la artista es el inverso.

Las acciones se revelan eficaces no ante el fin último, sino ante el punto de inicio. Hay algo más elemental en el acto de recolectar, y es básicamente: juntar cosas.

Juntar cosas no remite en este caso a la idea de acumulación, juntar cosas es también quitar la separación que las distancia.

“Hay tiempo, hay tiempo”, se lee en un papel que Manuel Álvarez Bravo puso a modo de recordatorio sobre la canilla de su laboratorio.

Entre las cosas no sólo hay espacio, hay tiempo.

Adivinamos en la obra de Gabi Muzzio un mismo gesto sostenido, el de acercar cosas, como si fuesen modos de unir el tiempo.

Los abrazos, las telas anudadas, los atados de yuyos, los gofrados, las telas y sus tinturas. Provocar aproximaciones, que las cosas se impregnen unas a otras, que dejen huellas. Que algo que es de una cosa pase a la otra, se contamine. Que las cosas se acerquen y se contagien, se influyan. Lograr que las cosas se afecten.

Hay algo que pasa a la altura de la yema de los dedos. Como si la textura de las cosas encerraría un significado que no admite traducción.

“Incluso la mano tiene sus sueños y supuestos. Nos ayuda a entender la esencia más íntima de la materia. Es por ello que también nos ayuda a imaginar [formas de] materia”1.

El acto sensible de doblar la tela, acomodar los pliegues, tocar el papel, apoyarle la mano, sostener los bordados unos instantes entre los dedos para que por un momento entren en contacto con el papel y dejen su sutil impronta. Tocar las hierbas, acomodarlas, sujetarlas, olerlas. Apoyar  las crisálidas en la palma de la mano, descubrir su fragilidad y elegirles un fondo negro.

No vemos en esta muestra el ejercicio de unir dos cosas para que resulte otra, vemos el final de una acción pequeña pero persistente, lo que queda después de un contacto.

 

Cecilia Lenardón, mayo, 2018

  1. Bachelard, Gastón. “El agua y los sueños: Ensayo sobre la imaginación de la materia”, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1978.

LA HERBORISTA AZUL  en "La acción persistente"
Video de María Virginia Molinari
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GABRIELA MUZZIO
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VISTA DE LA EXHIBICIÓN
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CIERRE DE EXPOSICIÓN
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