TEXTO DE SALA
LAS EXCUSAS
Una forma es como un movimiento agarrado
como un algo en suspenso
a veces caprichoso
porque sí
porque se cayó
o se dobló
o porque así quedó
después de una primera cosa
que le dió su existencia
Una forma también es un color encerrado
que quedó allí dentro
para darle pulso
a veces uniforme, plano
a veces irritante
algunas veces conforme
La disconformidad del color es una cosa atendible
La pintura eligió expresarse así
con esos dos aliados bajo cada brazo
forma y color
y los dejó que hagan su trabajo
existencial
hipnótico
tembloroso y sereno
revolucionario
Luego vendrá el tema, los motivos
pero serán excusas
para que exista la pintura
para que la pintura exista
Hoy me desperté pensando que el gris del piso que pinté ayer era muy claro, no veía
la hora de corregirlo. Eran las cuatro de la mañana, tampoco quise hacerme el loco y
meterme en el taller, estaba medio dormido y no podía pintar así. Pero a las siete y
cuarto salí de la cama, desayuné y me puse a trabajar. Oscurecí el piso y me quedé
tranquilo.
Un pintor, yo soy pintor, decía siempre con decisión Rodolfo Elizalde. Y eso implicaba
no sólo una toma de posición, casi un lugar de resistencia, sino una consecuencia
concreta de horas y horas de trabajo.
Si algo contribuyó el maestro Juan Grela al grupo de sus discípulos fue generar un
compromiso real y profundo con la práctica artística, desde un lugar tan
indiscutible como simple: la constancia del laburo.
Y no por tozudez, sino por comprender la idea de que los procesos son frutos que
tienen que madurar, tienen que llegar a un punto justo. Quién pudiese tener la
certeza de encontrarlo! A la pintura hay que perseguirla.
Si uno recorre la producción pictórica de las últimas tres o cuatro décadas de
Rodolfo Elizalde se dará cuenta de que los motivos se fueron reduciendo
paulatinamente a elementos más cercanos, vinculados a un material viviente
siempre a mano. En general pinto cosas que tengo hace un tiempo adentro mío. La
novedad me puede cautivar como a cualquiera, pero tiene que ser algo vecino a
mí, algo un poco amigo. El recorte que presenta esta muestra, obras de pequeño
formato de los años maduros del pintor (2006/2007), intimistas, de motivos
sencillos, cotidianos, revelan su interés cada vez mayor por una búsqueda formal
destilada, que la forma y el color ganen el ojo, pero se circunscriban a algo, tengan
algún apoyo físico, tangible, para que la luz rebote sobre una superficie
despliegue su cromatismo, aunque él después invente el suyo.
A Elizalde le encantaba contar de su interés persistente por el lenguaje plástico, un
lenguaje que, como decía, al lograr alcanzarlo y por momentos dominarlo, lo hacía
sentir millonario. Llega un momento, cuando pinto, que soy ahí, entonces quiero mi
pequeña verdad y me pongo duro, pinto tres veces una cosa, tres días distintos,
hasta que la emboco. En esa instancia tengo ganas de ser absoluto, la pintura me
da esa posibilidad.
Cecilia Lenardón
Rosario, Marzo de 2024
*Los extractos de texto corresponden al libro “Rodolfo Elizalde” de Santiago
Beretta, publicado por Iván Rosado.