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PARABIOSIS

PARABIOSIS

TEXTO

Adriana Armando

INAUGURACION:

18/8/23

CIERRE:

7/10/23

TEXTO DE SALA

Beatriz se radicó en París a fines de los años ochenta donde continuó su perfeccionamiento en el campo de la cerámica, sin embargo  afectos y profesión la traen regularmente a Rosario.  


El aquí y el allá le permiten aunar experiencias diferentes pero íntimamente asociadas en su vida;  quizás, también sus esculturas conjuguen estructuras que al sugerir procedencias diversas  dan lugar a asociaciones extrañas aunque en franca convivencia. En Rosario comenzó a  crear pequeñas piezas en cerámica que expuso tempranamente, antes de partir a Francia, en la Escuela Musto y a la que años después volvió para presentar Objetos de vitrina, una exposición de 2015 que revelaba tanto la sumatoria de aprendizajes y prácticas en talleres de la ciudad primero y de París luego, como las opciones estéticas asumidas. En esa oportunidad destacó la pequeñez y la ambigüedad como cualidades que continuaban atravesando su obra y que afirmó tres años después en la muestra realizada en esta galería bajo el título de Fricciones. Se trata entonces de  aspectos muy arraigados en su hacer y si bien las miniaturas conviven ya con trabajos de mayor escala, cualquiera fuese el volumen que les confiere nunca abandona el propósito de unir naturalezas indeterminadas, semejantes u opuestas, pero que de todos modos se anexan y conectan.  A partir de esa disposición despliega un universo de formas que supera cualquier intento rápido de ordenamiento: predominan las abstractas pero la mirada atenta suele descubrir detalles o sectores reconocibles; son decididamente orgánicas pero a veces conviven con las que tienen aspiraciones geométricas, se desbordan con facilidad y gozan de equilibrios inestables aunque están las más calmas y asentadas; son lo que imaginamos que puedan ser, columnas que sostienen nubes y nubes que soportan rocas,  arcos de setos verdes, flujos de lava y piedras que se interceptan y dan lugar a un picnic, materias que respiran a borbotones o que florecen en grises oscuros. Juntas arman un jardín biomórfico y onírico que va revelando pormenores e inclusiones, objetos hallados o fragmentos desechados por ejemplo, según el punto de observación adoptado. También contienen un universo de texturas increíblemente rico donde el término cerámica parece restringido ante la diversidad de  procedimientos utilizados, verdaderas alquimias a partir de la tierra. Las múltiples y precisas cocciones tanto como las diversas pinturas exigen saberes y experimentaciones sin que impliquen renunciar a lo aleatorio; al unísono gestan todo un catálogo de superficies: lisas y brillantes, opacas y porosas, ásperas y rugosas, con protuberancias y oquedades; a veces, transferencias de papel mediante,  devienen en un fondo para que vuelen mariposas y alternan con flores o arabescos dibujados con oro, pero siempre hay materialidades contrastadas, dispares. 


Combinaciones inverosímiles de formas y texturas que invitan a sobrepasar el acto de ver para rodearlas con la mano y ejercitar lo táctil.  Todas y cada una son, además, un universo sorprendido. Su quietud parece provocada por algún suceso inesperado que las tomó desprevenidas cuando estaban derramándose y fluyendo, desplazándose y acomodándose, acercándose o trepando encima de otra y que las inmovilizó repentinamente, dejándolas en posiciones incómodas y con el movimiento latente. Quizás aguardan que acabe el tiempo suspendido y que todo vuelva a agitarse desde el interior de sus confusas naturalezas.


Adriana Armando

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