REDESCUBRIR LA "HOJA DE RUTA"

CURADURÍA
Guillermo Fantoni
INAUGURACION:
23/6/23
CIERRE:
11/8/23
TEXTO DE SALA
Redescubrir la “hoja de ruta”: estudios preliminares de dos fotomontajes polémicos
Siempre tuvo una preferencia por la gráfica. Siendo aún estudiante, para los talleres experimentales de la Escuela de Bellas Artes, hacía pequeñas piezas, delicadas e inteligentes. Luego de graduarse, inició su actividad expositiva con obras que interpelaban el universo escolar. Así surgieron papeles estampados para forrar libros y carpetas, hojas ligeramente translúcidas con texturas de telas de araña y etiquetas para identificar cuadernos que exhibía a la manera de librerías y papelerías. Pero estas indagaciones tocaron un límite cuando, de una manera casual, descubrió la imagen de una Virgen con los brazos abiertos conformando imaginariamente un rombo. Pero no se trataba solamente de una forma geométrica simple sino que vio allí la prefiguración de un sexo femenino, iniciando –con esta sucinta revelación– la serie de analogías morfológicas.
A partir de aquí, Mónica Castagnotto –porque de ella se trata– confrontó objetos y personajes con formatos similares y sentidos disímiles, pero muy particularmente, la iconografía religiosa con elementos de naturaleza profana; confrontaciones que devinieron, de manera conclusa, en dos montajes fotográficos sin título. En uno de ellos, actualizó esa iluminación inicial al yuxtaponer las versiones de la Virgen tomadas de estampas de santerías con fotografías de vulvas femeninas procedentes de publicaciones eróticas, dando lugar a una agitada polémica capaz de lanzar, paradójicamente, una obra al estrellato y provocar, al mismo tiempo, un oscurecimiento de los valores éticos y procedimientos estéticos que la sustentan. Ciertamente no se trataba de una obra inocua y menos aún inocente, ya que con ella y con sus predecesoras, Mónica cuestionaba, nada más y nada menos, que las formas con que el poder secular o el poder religioso, controlan y disciplinan los cuerpos y las conductas de las personas. Tiempo después de estos episodios, que tuvieron lugar en una muestra de 1999, Mónica me regaló los dibujos digitales que había realizado previamente como bocetos o estudios preparatorios, como una “hoja de ruta” según sus propias palabras. Desde entonces los conservo convencido de que esos infortunados episodios que dejaron al descubierto la brutalidad y la hipocresía del poder, al mismo tiempo ocultaban lo esencial bajo la forma aborrecible del escándalo. Y lo esencial es, en este y como en otros tantos casos, el arduo trabajo formal o conceptual que subyace a toda propuesta artística: un sinfín de bocetos digitales que con sus variaciones, repeticiones y reducciones, y también con sus múltiples combinaciones, llenan cinco hojas impresas en tamaño oficio. Es posible reconocer allí, a través de las formas geométricas simples –óvalos y círculos, cuadrados y rectángulos, triángulos y rombos y, asimismo, unas configuraciones irregulares– las imágenes de custodias y sagrarios, Vírgenes y Cristos, la Santa Cruz y los no menos santos misales, pero asimismo, vulvas, desnudos provocadores y figuras que se abrazan interpelando al público; también la cruz gamada y la iconografía radial de los emblemas del nacional socialismo alemán o las ruedas con alas asociadas a Mercurio que simbolizan el progreso material; finalmente, unos inocentes –al menos en apariencia– laberintos y tramas de carpetas tejidas. Estos motivos, resueltos con líneas predominantemente negras y a veces con unos sobrios planos de fondo, alternan con algunos textos sugestivos: “Abrid Señor mis labios” dice uno de ellos. Pero, asimismo, hay otros más crípticos, como “éxtasis marcelo”, que Mónica yuxtapone a la conocida exclamación “ecce homo”. Interrogada sobre el mismo, recuerda que alude a unas fotos de travestis y transformistas y que el protagonista del boceto posaba extático como el Cristo de uno de sus montajes conclusos tomado del célebre Ecce Homo de Guido Reni. Un simple ejemplo que revela la productividad de estos dibujos en relación a las dos piezas fotográficas consumadas y, desde ya, su potencial como “hoja de ruta” respecto a las obras que no se realizaron y que solo podemos intuir a partir de ellos. Y así como muchas invenciones estéticas, por fuerza de las circunstancias o por decisiones de los propios creadores, permanecieron ocultas; los efectos de las polémicas suscitadas en el fin de siglo XX también tuvieron su eco. Si bien esos efectos se conjuraron parcialmente hace once años, con el ingreso de una de las obras –la más urticante– al museo local, aún faltaba recuperar el repertorio de imágenes que había precedido a esas creaciones; porque lo esencial, por las razones que fuese –incluida en este caso la resistencia de la propia artista–, muchas veces permanece fuera del alcance de los ojos.
Guillermo Fantoni
Rosario, junio de 2023