Mi trabajo está asociado con las disciplinas tradicionales: dibujo, pintura y grabado, los cruces entre ellas y las actualizaciones presentes en el arte contemporáneo.

Podría decir que cada trabajo es una escena en la cual se desarrolla una narrativa con cambios de escala, variaciones y repeticiones construidas a partir de asociaciones que fluyen como mapas mentales y despliegan un mundo fantástico y doméstico al mismo tiempo.

Hay copas rotas, manos de buda, seres acuáticos, flores y derrames. Hay jarras y pavas, corazones, manos con mensajes, frutas y espadas. Hay baldes, flores de terciopelo, líneas con trampas, sirenas y plantas. Hay ollas, manos que se acarician, cebollas, murciélagos y granadas.

Yendo del dibujo hacia la pintura encuentro elementos que provienen de distintos lugares, tiempos y distancias; objetos populares, objetos cotidianos, cerámicas de distintas épocas, pintura argentina, naturaleza, ilustraciones, empapelados, arte oriental y mundos fantásticos.

Mi trabajo se convierte así en una narración onírica, ornamental y doméstica con el deseo de generar cierto placer visual. También trato de transformar el objeto cotidiano en un objeto bello y de darle vida llevándolo hacia lo onírico, el juego y el disfrute, pero sin dejar de hacer un comentario sobre el orden cotidiano.